viernes, 25 de febrero de 2011

Card. Cañizares: «¿Se puede afirmar que todo lo que se ha hecho y hace es la renovación querida por el Concilio?»

Vida Nueva entrevista al Prefecto de Culto y Sacramentos

Card. Ca�izares: ��Se puede afirmar que todo lo que se ha hecho y hace es la renovaci�n querida por el Concilio?�

En una entrevista concedida a Antonio Pelayo para Vida Nueva, S.E.R. el cardenal Antonio Ca�izares, Prefecto de la Congregaci�n para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, hace balance de sus dos a�os en Roma, etapa que asegura haber sido para �l un tiempo de gracia. En relaci�n a la reforma lit�rgica posterior al Vaticano II, el cardenal pone en duda de que se haya producido la renovaci�n deseada por el concilio. En relaci�n a la situaci�n de la Iglesia en Espa�a, el purpurado asegura que su gran desaf�o es recobrar el vigor de la fe.

25/02/11 7:44 PM | Imprimir | Enviar

(Antonio Pelayo/Vida Nueva) Antonio Ca�izares es un hombre afable, sencillo, en cuya mirada relumbra de vez en cuando una chispa de picard�a y, siempre, un resplandor de inteligencia. Han pasado poco m�s de dos a�os desde su llegada al frente de la Congregaci�n para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y estas cualidades le han dado autoridad entre sus “colegas” de la Curia, que no son un p�blico f�cilmente indulgente, y le han abierto muchas puertas, incluso las menos accesibles. Es cosa sabida en Roma que traspasa con alguna frecuencia las del “apartamento” privado de Benedicto XVI.

Esta entrevista ha tenido una negociaci�n f�cil. Se le plante� hace ya alg�n tiempo y su respuesta inmediata fue positiva. Hubi�ramos querido aprovechar la fecha de su segundo aniversario como prefecto de la Congregaci�n, pero se retras�. El cardenal no ha soslayado ni una sola de nuestras preguntas y preferimos que pusiera por escrito lo que hemos hablado en m�s de una ocasi�n cara a cara.

–Ya lleva en Roma suficiente tiempo para transmitirnos un balance personal de este per�odo. �Cu�l es?

Han sido dos a�os intensos, muy intensos; como es obvio, en mi vida y actuaci�n personal al servicio total de la Iglesia se ha dado un gran cambio. �Cu�ntos hechos, cu�ntas experiencias nuevas y de hondo calado, cu�ntas vivencias de fe, hondamente eclesiales, se han producido a lo largo de estos a�os! Una etapa muy rica en todos los sentidos, un tiempo de gracia, un verdadero paso de Dios por mi vida; solo Dios lo sabe. Esto es lo primero y principal.

�Balance, valoraci�n de estos a�os? Lo dejo en manos de Dios y de la Iglesia. Particularmente, y con mirada serena y objetiva, veo este tiempo como un camino abierto de esperanza con no pocos proyectos merecedores de toda atenci�n y dedicaci�n, encaminados todos ellos, y en su conjunto, a impulsar un decidido y amplio movimiento para reavivar el genuino sentido y el esp�ritu de la Liturgia en la Iglesia. Esto es lo que se me ha encomendado, y con el auxilio de Dios y tantos otros auxilios que tanto necesitamos y que nunca faltan, estamos intentando llevarlo a cabo con �nimo agradecido, confianza y gran esperanza. La tarea no es f�cil, pero, cr�ame, es apasionante.

�Le ha defraudado la Curia? �La calificar�a de organismo necesario, eficaz, respetuoso con las Iglesias particulares?

�Por qu� hab�a de defraudarme, si a ella, sin buscarlo ni pretenderlo, me han llamado a trabajar como jornalero en la vi�a del Se�or? �Defraudarme, en qu�, si no he puesto condici�n alguna ni he pedido nada ni ning�n “salario”? Con toda sencillez, mi incorporaci�n a los trabajos de la Curia romana para colaborar con el Santo Padre y ayudarle en la misi�n que me ha encomendado al servicio de la Iglesia universal est� siendo para m� un don de Dios; desde aqu�, se siente y se vive con una intensidad particular la realidad y el misterio de la Iglesia, la presencia del Se�or en ella, los gozos, esperanzas, penas y sufrimientos de la humanidad entera, se ampl�a la visi�n eclesial y de fe, etc.

Es verdad que esta incorporaci�n a la Curia ha sido, de alguna manera, una novedad en mi vida de pastor; mi vida ha tomado un rumbo nuevo e inesperado, he vivido la experiencia innegable de un cierto despojamiento, y echo en falta, sin duda, el trabajo pastoral directo y en l�nea de trinchera, por utilizar un s�mil de combate inherente siempre a la fe y a la misi�n. Con todo, no es lo mismo acudir, venir, a la Curia o, incluso, colaborar en alguno de sus organismos, como miembro de una Congregaci�n, por ejemplo, que estar de lleno metido en ella, trabajando en ella, siendo parte de ella, sirviendo a la Iglesia universal en ella.

Desde dentro ves la importancia y el gran servicio que presta la Curia romana a las Iglesias particulares, el trabajo ingente y silencioso que se lleva a cabo, el sumo cuidado que se tiene en atender a sus demandas y necesidades, la labor enorme que se despliega en su conjunto... La Curia es necesaria, y hasta imprescindible, dir�a, como servicio de comuni�n y de aliento. Seguramente se podr�an y se deber�an renovar cosas para hacerla m�s �gil, r�pida, “pastoral” y de mayor interacci�n y de mayor fecundaci�n mutua entre sus diversos dicasterios y entre los que en ella trabajamos; tal vez, piensan algunos, se requerir�a que fuese m�s dinamizadora y animadora, en cierto modo, como el gran motor de la Iglesia; creo que lo es y puede y debe serlo a�n m�s, sin ahogar nada. Todo eso es posible; depende de todos.

�Renovaci�n lit�rgica?

��Hay un retroceso en materia lit�rgica? �Cu�les son las claves de la “reforma de la reforma”?

No s� si podemos hablar de retroceso, porque primero habr�a que saber si antes ha habido o no un avance, o en qu� puntos y en qu� aspectos se ha dado ese progreso; tambi�n pudiera suceder que, en algunas ocasiones y subjetivamente, se haya considerado o visto como avance lo que en realidad no lo era, o no lo era suficientemente, o no se apoyaba en los fundamentos en que deber�a sustentarse. Nadie puede poner en duda que el Vaticano II ha puesto la sagrada liturgia, con la Palabra de Dios, en el centro de la vida y misi�n de la Iglesia; es muy significativo, en el lenguaje de los acontecimientos por los que Dios habla, el hecho de que la Constituci�n Sacrosanctum Concilium fuese el primer texto aprobado; es innegable, adem�s, que desde all� se ha producido una gran renovaci�n lit�rgica.

Ahora bien, �se puede afirmar que todo lo que se ha hecho y hace es la renovaci�n querida por el Concilio? �La renovaci�n querida e impulsada en verdad por el Concilio ha penetrado suficientemente y ha llegado a sus aspectos medulares en la vida y misi�n del Pueblo Dios? �Se puede llamar renovaci�n conciliar y desarrollo a todo lo que ha venido despu�s? Hemos de ser humildes y sinceros: �la principal y gran llamada del Concilio a que la liturgia fuese la fuente y la meta, la cima de toda la vida cristiana, se est� cumpliendo en la conciencia de todos, sacerdotes y laicos, o, al contrario, est� a�n muy lejos de que sea as�? �El pueblo de Dios, fieles y pastores, vive de verdad de la liturgia, est� en el centro de nuestras vidas? �Se han ense�ado y asimilado las ense�anzas conciliares, se ha mantenido una fidelidad a las mismas, o se las ha interpretado correctamente en la clave de la continuidad que pide el Papa?

No planteo preguntas ret�ricas; hoy es muy necesario hac�rselas. Las respuestas siempre nos volver�n al mismo origen: al Concilio. Por eso, las claves por las que usted me pregunta para la as� llamada “reforma de la reforma” no son otras que las ya dadas por el Concilio Vaticano II en Sacrosanctum Concilium y el posterior magisterio de los papas, que indican e interpretan aut�nticamente sus ense�anzas conforme a una “hermen�utica de la continuidad”.

En eso estamos. A�ado: vivimos una situaci�n dram�tica caracterizada por el olvido de Dios y el vivir como si Dios no existiese; esto, como es evidente y palpable, est� teniendo unas grav�simas consecuencias para los hombres. Solo la vida lit�rgica puesta en el centro de todo, solo una renovaci�n lit�rgica en profundidad, solo el devolver a la liturgia, singularmente a la Eucarist�a, el lugar que le corresponde en la vida de la Iglesia, de los sacerdotes y fieles, tal como la Iglesia la entiende, la orienta y la regula, en fidelidad a su naturaleza y a la Tradici�n, podr� volvernos verdaderamente a Dios, situar a Dios en el centro, fundamento, sentido y meta de todo, y as� hacer posible una humanidad nueva, hecha de hombres y mujeres nuevos que adoran a Dios, abrir caminos de esperanza e iluminar el mundo con la luz y belleza de la caridad que de la liturgia brota: la liturgia nos sit�a ante Dios mismo, la acci�n de Dios, su amor; solo podremos impulsar una urgente y apremiante nueva evangelizaci�n si la liturgia recobra el lugar que le pertenece en la vida de todos los cristianos.

Es preciso, seg�n veo, reconocer que la liturgia hoy no est� siendo el “alma”, la fuente y la meta de la vida de muchos cristianos, fieles o sacerdotes: �cu�nta rutina y mediocridad, cu�nta trivializaci�n y superficialidad se nos ha metido!; �cu�ntas misas celebradas de cualquier manera o participadas en cualquier disposici�n!; de ah� nuestra gran debilidad. Es muy necesario llevar a la conciencia de los fieles que la liturgia es, ante todo, obra de Dios, y que nada se puede anteponer a ella. Solo Dios, la “revoluci�n de Dios”, Dios en el centro de todo, podr� renovar y cambiar el mundo.

Se habla mucho de una reestructuraci�n del dicasterio que preside, el cual perder�a todo lo correspondiente a la disciplina de los sacramentos. �Qu� puede decirnos de eso?

Entre los proyectos inmediatos, en el marco de la respuesta que la Congregaci�n ha de dar a los presentes desaf�os, tenemos el de la reestructuraci�n del dicasterio, que afecta, por ejemplo, a la creaci�n de una secci�n nueva para la m�sica y el arte sagrados al servicio de la liturgia; otro aspecto de esta misma reestructuraci�n se refiere a la transferencia a otro organismo de la Santa Sede del “oficio matrimonial” para el caso del matrimonio “rato y no consumado”; ya pas�, hace a�os, a Clero, la dispensa de las obligaciones sacerdotales.

Por ah� ha corrido, como usted dice, que ya no se va a ocupar de los sacramentos, o que va a desaparecer de nuestra competencia el aspecto de la “disciplina” de los sacramentos; ambas cosas son imposibles, ya que liturgia y sacramentos van unidos, son una misma cosa, y, adem�s, la disciplina pertenece a la misma entra�a de los sacramentos y de la liturgia; la liturgia siempre comporta una regula, una regulaci�n, tambi�n can�nica, y esto es algo que se debe cuidar y atender con suma diligencia: se trata, en �ltimo t�rmino tambi�n, del ius divinum, que est� en juego en la disciplina de los sacramentos.

Hay normas que cumplir, un derecho que acatar -el de Dios- y tambi�n abusos que corregir. Por eso, en modo alguno desaparece de la Congregaci�n la “disciplina de los sacramentos”; al contrario, quedar� reforzada. Por lo dem�s, todo ello permitir� dedicar y concentrar la mayor�a de los no pocos esfuerzos y trabajos que se necesitan en todo aquello que posibilite intensificar el movimiento lit�rgico que sigue vivo, como obra del Esp�ritu Santo, del Vaticano II.

“El Papa de lo esencial”

Algunos piensan que est� usted demasiado tiempo fuera de Roma. �Tiene algo que responder al respecto?

Uno puede pensar o imaginar lo que quiera, es muy libre de hacerlo. No me importa que algunos piensen as�. Pero la verdad es otra. Siento de veras desmentirlo; sencillamente, no es as�. De todas las maneras, perm�tame decirle que me sorprende saber que algunos est�n pendientes de si yo salgo o entro, de si estoy o no en mi despacho, cuando hay tantas cosas que son mucho m�s importantes para la liturgia relacionadas con la actual labor que desempe�o. Ignoraba, por lo dem�s, que tuviese vigilantes de mis pasos, pues solo vigilando mis entradas y salidas se podr�a hacer, con verdad y fundamento, tal aserto, o se podr�a pensar de semejante manera; lamento que no acierten o no informen bien mis presuntos vigilantes u observadores. Vivo, en estos momentos, por completo para la Congregaci�n; mis salidas fuera de Roma -muchas menos de las que me solicitan- son en claro y total beneficio de la misi�n eclesial encomendada. Y las horas que dedico en casa y en d�as de fiesta solo Dios las conoce.

�C�mo son actualmente sus relaciones con el Santo Padre? �Mantienen otros contactos adem�s de las entrevistas de trabajo?

Siempre he recibido la gracia inmensa y regalo inmerecido de recibir del Santo Padre un trato exquisito y fraterno, maravilloso; el tiempo que llevo en Roma puedo asegurarle que su cercan�a, su afecto, su ayuda, su aliento, su atenci�n, a�n las siento todav�a mayores, y nunca se lo agradecer� suficientemente: esto da mucho �nimo. Creo, adem�s, que as� es con todos y para todos nuestro querid�simo Papa. Con el Papa se tienen encuentros de muchas maneras, a veces, por ejemplo, en reuniones con otros responsables de dicasterios.

Benedicto XVI va a cumplir 84 a�os y lleva ya casi seis al frente de la Iglesia. Le pido que defina su mayor aportaci�n a la Iglesia.

Me pide usted que “defina”; eso es imposible; ser�a una osad�a por mi parte. “Definir” es siempre recortar; y una persona tan rica y una obra tan enorme y grandiosa como la que �l est� llevando a cabo yo no sabr�a “definirla”, sin mutilarla y empobrecerla. De todos modos, siendo muy atrevido, le digo que es el “Papa de lo esencial”, y que lo “esencial”, ya nos lo dijo en la homil�a de la Santa Misa con que oficialmente iniciaba su pontificado, es “hacer la voluntad de Dios”, ser testigo de Dios y de lo que Dios quiere, hacer lo que �l quiere, y su voz es muy clara. Es el Papa que est� poniendo a Dios en el centro de todo, que nos recuerda permanentemente a Dios, y la centralidad de Dios, que tiene un rostro humano, su Hijo �nico, Jesucristo, que es Amor, y que su “pasi�n” es el hombre, inseparable enteramente de Dios. Esta es la cuesti�n fundamental de todas, siempre, sobre todo en estos momentos.

A partir de aqu� entiendo su pontificado: por ejemplo, sus tres enc�clicas, sus exhortaciones apost�licas, su m�ximo inter�s y atenci�n a la liturgia y a la Eucarist�a, a la Palabra de Dios, su llamada constante a la purificaci�n de la Iglesia, a la conversi�n de los mismos cristianos en el sentido radical que �l la entiende, su labor incanable en favor de la unidad, y su defensa, como nadie, de la verdad y de la raz�n, y, por tanto, de la libertad verdadera de todo hombre.

En este momento, d�ganos cu�les son sus mayores preocupaciones en torno al futuro de la Iglesia en Espa�a.</strong>

Lo he dicho muchas veces y en repetidas ocasiones: mi gran preocupaci�n es que los hombres crean, porque no da lo mismo creer que no creer: el problema radical de Espa�a, el que est� en la base de la situaci�n tan grave que atraviesa, como si estuviese desangr�ndose y desplom�ndose, tiene su ra�z en el olvido de Dios, en pretender vivir como si Dios no existiese, y al margen de �l, la laicizaci�n tan grande y radical que algunas corrientes pretenden, o la secularizaci�n interna de la misma Iglesia, el olvido de su identidad y ra�ces y su rica aportaci�n a la Iglesia y al mundo. Por eso la Iglesia en Espa�a deber�a releer y meditar todo cuanto nos dijo el Papa en su reciente viaje a Espa�a, y volver a meditar el propio magisterio de los obispos espa�oles, tan rico y sugerente, por ejemplo, su Instrucci�n del 2006 Orientaciones morales, o tambi�n, La verdad os har� libres, o Testigos del Dios vivo, para ver que el gran desaf�o que tenemos es una nueva, apremiante y valiente evangelizaci�n, una decidida renovaci�n de una nueva pastoral para la “iniciaci�n cristiana”, para hacer cristianos.

Ah� se condensa todo, y ah� est� todo su futuro y sus quehaceres inaplazables. El Papa, en el fondo, nos dijo lo mismo que Juan Pablo II dijo desde Santiago a Europa: “Espa�a, s� t� misma”, con la riqueza, la fuerza de tu fe, la capacidad evangelizadora, y de creaci�n de cultura que comporta esa fe y esas ra�ces profundamente cristianas, etc.

Un gran desaf�o de la Iglesia en Espa�a es recobrar el vigor de una fe vivida capaz de edificar una humanidad nueva, tener m�s confianza en s� misma, no tener miedo, ser libre, vivir una profunda unidad, renovar el tejido de la sociedad renovando inseparablemente el tejido de nuestras comunidades. El aliento y el vigor de los sacerdotes, las vocaciones sacerdotales, las vocaciones religiosas, la iniciaci�n cristiana, la presencia de los fieles cristianos en la vida p�blica, no a pesar de su fe, sino precisamente por ella, la pastoral de la santidad, el fortalecimiento de la unidad y de la comuni�n... son desaf�os que tenemos. Una gran esperanza es la Jornada Mundial de la Juventud, un don de Dios a la Iglesia en Espa�a en estos momentos. La gran consigna es la que nos dej� Juan Pablo II en su �ltimo viaje a nuestra patria: “Espa�a evangelizada, Espa�a evangelizadora. Ese es tu camino”.

La Iglesia espa�ola, �le parece preparada para afrontar estos desaf�os?

Naturalmente que s�. La Iglesia en Espa�a tiene una gran vitalidad que, a veces, nosotros, los espa�oles, no sabemos reconocer y apreciar en su justa medida: somos as�; desde fuera se aprecia y valora m�s y mejor la fuerza interior de la Iglesia en Espa�a, manifestada en su fidelidad largamente probada al Evangelio, en su sin par actividad evangelizadora y en su amplia presencia misionera, en tantas iniciativas, en tantas tomas de posici�n, en tantos empe�os apost�licos, en esa su gran historia, que, a pesar de lagunas y errores humanos, es digna de admiraci�n y aprecio; esa historia deber�a ser inspiraci�n y est�mulo para ofrecer el ejemplo a proseguir y mejorar el futuro.

Estimo necesario reavivar la confianza en las capacidades de la Iglesia en Espa�a; no son otras que las de Jesucristo presente en ella, la muchedumbre de santos y de m�rtires que llenan su historia, las familias todav�a con principios y fundamentos cristianos, la riqueza oculta y la fuerza tan extraordinaria de la vida contemplativa en Espa�a, la religiosidad popular, su rico y vivo patrimonio cultural y social cristiano, su sentido profundamente mariano, la escuela cat�lica y las universidades de la Iglesia... Los temores y los complejos pueden agarrotarnos.

Es la hora de la fe y de la confianza; es la hora de la verdad y de ser libres con la libertad de quien se apoya en Dios; es la hora de la esperanza que no defrauda; la hora de vivir y anunciar su gran y �nica riqueza -Jesucristo-: esta no la puede olvidar, ni silenciar ni dejar morir. Es preciso recordarnos, en el preciso momento hist�rico de hoy, aquellas lapidarias palabras del papa Juan Pablo II al llegar a Barajas en su primer viaje: “Es necesario que los cat�licos espa�oles sepan recobrar el vigor pleno del esp�ritu, la valent�a de una fe vivida, la lucidez evang�lica iluminada por el amor profundo al hermano”. Esa es la preparaci�n que se necesita.

La prensa en general, y la que se ocupa m�s espec�ficamente de la informaci�n religiosa, �est� distra�da con otros temas?

Algunos parece que est�n distra�dos, no se enteran o no se quieren enterar. Los problemas de fondo frecuentemente no est�n donde los se�alan; por ejemplo, no est� en si el Gobierno dicta esta u otra ley, o si tiene tal o cual gesto o palabra y si se da tal o cual reacci�n; ni se juega todo en el tablero de la pol�tica, ni la Iglesia entra en ese juego, ni se puede ver todo en clave pol�tica, ni reducir todo a una simple interpretaci�n pol�tica de la presencia y relaciones de la Iglesia con el mundo, con los hombres de hoy; ni juzgarlo todo con el esquema de conservadores y progresistas, modernos o ajenos a la modernidad que se lleva en el ambiente; no est� tampoco en las cuestiones de “pol�tica eclesi�stica” o en comentarios “clericales de sacrist�a” que hacen tanto da�o y no construyen ni siembran nada. No. Eso no es entrar en lo que es la Iglesia y en lo que esta puede y debe aportar a las gentes y a nuestro pa�s. Reconozco que me gustar�a encontrar una visi�n m�s amplia y abierta, m�s centrada en lo que verdaderamente es e importa, m�s honda y profundizada de las reales cuestiones, que son las que aportan y construyen.

La necesaria unidad

Van a celebrarse elecciones en la Conferencia Episcopal Espa�ola. �Ha llegado el momento de la renovaci�n?</strong>

Siempre es el momento de elegir conforme al querer de Dios y buscando el bien �nicamente de la Iglesia -fuera otras cosas-, sin olvidar el momento concreto que vivimos. As� suceder� en las pr�ximas elecciones. Lo que a m� me toca -y a todos- es orar a Dios por mis hermanos obispos -todos los d�as lo hago- para que Dios los ilumine y elijan conforme al querer divino. Pido a Dios que todo fortalezca la unidad, tan urgente y necesaria, y avive la esperanza, en la actual situaci�n que vivimos. Unas elecciones siempre son importantes. El momento dif�cil y crucial que vivimos, los desaf�os que tenemos hacen de estas elecciones una de las m�s interesantes e importantes de la historia de la Conferencia. La responsabilidad y la prudencia de nuestros obispos est� m�s que asegurada y probada en la rica y larga historia de la Conferencia Episcopal.

Se registran ciertas tensiones entre los obispos y los religiosos. �Qu� opini�n le merece este fen�meno?

Siempre es necesaria la unidad. En estos momentos, todav�a m�s. La escuela cat�lica, por ejemplo, est� en grave riesgo y entre todos -obispos, religiosos... muy unidos- hemos de salvarla y fortalecerla. Todos a una, hemos de apoyar decididamente a la escuela cat�lica. Dividirnos, por ejemplo, a causa de esta cuesti�n ser�a de una ceguera notabil�sima, ser�a un pecado contra la obra de evangelizaci�n, que siempre es obra del Esp�ritu.

Ciertos comentaristas opinan que el suyo a Roma es un viaje de ida y vuelta. �Piensa volver a una “vida activa” en Espa�a?</strong>

Nunca me he ido ni me ir� de Espa�a; como todos los espa�oles, y como hombre de Iglesia, siempre trabajar� y servir� hasta la extenuaci�n por Espa�a. Me ha ayudado mucho a pensar as� la figura del gran Juan Pablo II, y, particularmente, su obra autobiogr�fica Memoria e identidad. Otra cosa no podr�a entenderla. Eso no est� re�ido con mi actual trabajo en la Iglesia como prefecto de la Congregaci�n para el Culto, ni le resta tampoco nada; m�s a�n, eso le da concreci�n y vitalidad a esta misma misi�n. Con todo, tengo que decirle que nunca he elegido yo d�nde ir; como sacerdote, siempre he hecho lo que era la voluntad de mi obispo; y como obispo, en todo he secundado y obedecido libremente y sin condiciones lo que el Papa ha decidido y me ha pedido: esa es la voluntad de Dios. Har� siempre, con su ayuda, lo que Dios quiera.

�Est� dividido el episcopado espa�ol?

No; claramente no; gracias a Dios no es un episcopado monocolor ni homog�neo; hay diversidad de pareceres y normales preferencias. De ah� no se puede deducir divisi�n. Nada ni nadie, ni de dentro ni de fuera, deber�a palidecer o debilitar esa uni�n en la diversidad; todo lo que sea fortalecer, como una pi�a, la unidad es clave para una nueva evangelizaci�n y para un futuro de esperanza. Si antes dije “Espa�a evangelizada, Espa�a evangelizadora, ese es tu camino”, ahora a�ado que solo es posible andar este camino con una fuerte unidad del episcopado; creo que todos somos conscientes de ello.

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6 comentarios

Comentario de Francesco
Excelente entrevista. El Cardenal Ca�izares es una bendici�n para la Curia ROmana, no lo dudo.
25/02/11 8:07 PM
Comentario de Carmen
Me gusta lo que dice de que no tenemos un episcopado ni monocolor ni dividido. Para la gente de mente marxista eso es imposible. Para la gente de Iglesia, eso es lo normal y lo bueno.
25/02/11 9:09 PM
Comentario de Miguel Serrano Cabeza
1)
"Nadie puede poner en duda que el Vaticano II ha puesto la sagrada liturgia, con la Palabra de Dios, en el centro de la vida y misi�n de la Iglesia..."

�Est� diciendo SER que antes del Concilio Vaticano II "la sagrada liturgia, con la Palabra de Dios" no estaba "en el centro de la vida y misi�n de la Iglesia"?

2)
"solo el devolver a la liturgia, singularmente a la Eucarist�a, el lugar que le corresponde en la vida de la Iglesia, de los sacerdotes y fieles, tal como la Iglesia la entiende, la orienta y la regula, en fidelidad a su naturaleza y a la Tradici�n, podr� volvernos verdaderamente a Dios, situar a Dios en el centro, fundamento, sentido y meta de todo"

Amen.

ADVENIAT REGNVM TVVM

25/02/11 9:12 PM
Comentario de Flavia
Es una entrevista de tal profundidad, que es preciso leerla y meditarla a fondo. Las palabras del Cardenal dejan ver su amor a la Iglesia de Cristo, su an�lisis de los hechos y sus consecuencias... Habla alguien que sabe bien lo que dice, muy bien.

De todo coraz�n: gracias, Eminencia.

25/02/11 9:36 PM
Comentario de Francisco Jos� Delgado
Lo que me extra�a es la afabilidad con la que el Cardenal Ca�izares acoge a los de Vida Nueva. S�lo habr�a que escuchar la opini�n que ten�a de dicho panfletillo pseudorreligioso hace unos a�os. �Ser� la finezza vaticana?
25/02/11 10:19 PM
Comentario de Martin Ellingham
Su Eminencia, el Card. Alfonso Stickler, juzg� la reforma del leccionario como un "crimen contra la naturaleza", ajeno a la letra y el esp�ritu de la Sacrosantum Concilium. Se lamentaba de que "...pasajes pastoralmente impopulares �frecuentemente de significaci�n teol�gica y moral fundamentales� fueron simplemente eliminados."
25/02/11 10:55 PM

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